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Reprobar y sanar

Foto del escritor: Abril ArroyoAbril Arroyo

Este año ha sido una montaña rusa para mí. Comencé a ir a terapia para solucionar problemas y aceptarme.


Había vivido toda mi vida sin sentirme cómoda con respecto a mi, mi apariencia, mi personalidad, mis habilidades. Siempre que hacía algo, sentía que no era suficiente en esta sociedad, que todas hacían las cosas mejor que yo. Talvez si las hagan mejor que yo, a mi percepción o a la externa, pero solo yo puedo hacer las cosas como "yo".


Descubrí fantasmas que me habían atormentado por un largo rato y encontré que no era la culpable de muchas cosas que yo creía. Comencé una medicación de antidepresivos para combatir el trastorno de ansiedad generalizada, tras pasar por el mismo ataque que he presentado por muchos años en diversos momentos de mi existencia, con la excepción de que esta vez tenía a un experto que me escuchara.


Cada época de exámenes o cierre de semestres caía en enfermedad. Mi cuerpo exigía el descanso que no le había dado por obligarme a entregar y cumplir en todo. No buscaba ser la mejor para mí, sino para los demás.


Por ello, di lugar a la imagen de una alumna sobresaliente, que sabe qué hacer y cómo hacerlo, qué se preocupa en la medida justa de sus responsabilidades, pero detrás de ello no olvidaba todo el sufrimiento que había pasado para llegar a buenos resultados: no salir con amigos, no tener tantos amigos cercanos, no pasar tiempo con mi familia, herirme cada vez que no era capaz de hacer algo que se suponía que debía saber hacer, no dormir las horas necesarias, llorar sin vergüenza al no sentirme a gusto de camino a casa, no comer a mis horas, y no hacer nada que no fuera estudiar despreciando otras responsabilidades.


Con la medicación pasó algo grande en mi vida, comencé a atrasarme en la escuela y a reprobar unidades a diestra y siniestra, todo debido a que entre los efectos secundarios se encontraba el aletargamiento y la dificultad para analizar rápidamente las cosas por ello. Tuve problemas para seguir los temas y hacerlos como los hubiera hecho si me mantuviera en estrés y ansiedad. Sin embargo, había empezado a ser más feliz, a darme mi tiempo, a creer en mí y a decir que mi punto de vista sí estaba bien. Me liberé de mi perfección, de sentir que el mundo acabaría si no podía hacerlo.


Claro que tuve que recurrir a expresar mi situación a todos mis maestros y tutor durante la segunda unidad (¡iba a reprobar la unidad 2 en 5 de 6 materias!), y fui bendecida con la dicha de ser comprendida y considerada para entregar en destiempo: el dialogo sí es una poderosa herramienta para llegar a acuerdos.


La verdad, retomar dos semanas perdidas por los efectos secundarios inmediatos de mi tratamiento no ha sido algo sencillo. Justo el miércoles, nos comentaron quiénes llevaban reprobando materias y yo de eso no he parado, ¡3 materias reprobadas en la unidad 3, todo por tratar de recuperar mi salud! Y no me arrepiento de nada, solo de no tener tanto tiempo libre por hacer cosas de las unidades pasadas. Me gusta mi ritmo, y eso está bien.


Curiosamente al inicio del semestre tuve un reconocimiento como alumna destacada en mi carrera, algo que había logrado solo con poner mi salud física y mental, así como mi identidad personal en segundo plano. Eso suena muy malo realmente, y se vuelve muy irónico que esta alumna llegara a un colapso y esté reprobando materias a por mayor al poner un alto en el poder que tenía la escuela sobre su persona durante la educación básica y media superior.


En el pasado yo avanzaba por miedo, logré las cosas por el miedo, y ahora, en el presente, yo avanzo por mí, para celebrar lo que soy y hacerme sentir feliz. A la única persona a la que va a importar verdaderamente todo lo que puedo ser y aprender es a mí y con eso estoy bien, si puedo ayudar a los demás siendo yo, eso es un plus en mi trayecto que desde ahora se llama vida.

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